RADIOHEAD (LA LUZ AL FINAL DEL TUNEL)

Las luces ya están prendidas, la gente se aleja y un flaco busca su celular en el piso. Juan di Natale sale del camioncito de Rock N´ Pop, y yo pienso como voy a escribir lo que acabo de vivir. El piso está pegajoso y alguien encuentra una entrada tirada. “Se la voy a regalar de recuerdo a mi hermanito”, me dice. El celular no aparece. Las palabras tampoco.

Son difíciles de explicar algunas sensaciones sin entrar en cuestiones que uno puede leer en cualquier crónica, o no decir: “tendrías que haber estado ahí”. Es difícil en serio. Pero poco más de 24 horas después, tengo muchas imágenes en la cabeza, y lo más raro, es que muchas de esas imágenes no tienen nada que ver con cuestiones del show.

Pensémoslo así: los años, la espera, las cientos de veces que cada tema sonó en tu walkman, en tu discman, en tu mp3. La cabeza sola relaciona y muchas de esas canciones traen a la memoria imágenes, momentos, sensaciones. Ver a Radiohead me dio eso. Me dio la posibilidad de volver a recordar momentos que uno mandó a papelera de reciclaje. Pero estaban. En algún lado.

La luz al final del túnel. La idea de ver como en una película partes de tu vida. Salvando las distancias, el show tuvo mucho de eso. Recordar mi primer día de ensayo con una banda a los 15 años y a alguien diciendo: “Che saquemos Creep y High and Dry que son fáciles”. Mi TDK de 60 con OK Computer. Sentarme con mis amigos a tomar un Whisky y decirle al de la barra: “Che poné Paranoid Android”. Escuchar Kid A 1000 veces hasta entenderlo y decir “Guau, que banda”. Andar por la vida sabiendo que hay un grupo que siempre te va a sorprender. Que te muestra que no está todo hecho. Que siempre se puede estar un paso adelante. Y la certeza de que cada disco nuevo no es solo un disco, es un disparador de futuros recuerdos. Eso es para mi haber visto a Radiohead.

De esa forma, entiendo la piel de gallina cuando se apagó la luz. Entiendo las lágrimas propias y ajenas. Entiendo el hecho de agarrarme la cabeza 100 veces y pensar “¡no puedo estar acá!”. Entiendo lo afortunado que me sentí. El 24 de marzo del 2009 lo voy a recordar como el día en que 35 mil personas vimos sobre el escenario la luz al final del túnel. Y vivimos para contarlo.

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Para saber más:
Acá les dejo las crónicas de La Voz del Interior, de Rolling Stone, y la lista de temas.