martes, 30 de septiembre de 2008

OBRA

Nueva Córdoba. 17:15. 27 grados.
Un tachero putea. Un naranjita manda un mensaje de texto.

Tercer piso, obra en construcción. Albañil 1, 2 y 3 conversan, y remera de Boca Parmalat termina el revoque, desconociendo que rubia minifalda se dirige al supermercado y pasa por ahí.
Albañil 1 señala, albañil 2 se agarra la cabeza. Se ríen, se empujan se putean. Albañil 1 sentencia:
- Mi amiooooorrrr!!!

Un servidor, se ríe y gira hacia la obra en señal de aprobación.

- Que te dai vuelta salameeee!

Era remera de Boca Parmalat.Agacho la cabeza y sigo caminando.Como en toda buena historia, el personaje menos pensado resulto ser el asesino.

sábado, 27 de septiembre de 2008

CAJA RÁPIDA. MÁXIMO 10 PRODUCTOS.

- Mujer que ronda los 80 años entra al almacén. Buen día!
- Detrás del mostrador, mujer que ronda los 60 contesta. Doña Teresa! Que la trae por acá?
- Mire, con tal de salir de casa cualquier cosa. Al menos pa`despejarme vió?
- Que le anda pasando?
- Es el Enrique, es un vaaago, está todo el día echado.
- Y Don Cosme?
- Ahí anda, no entiende nada mi alma. Come tutucas y mira fobal todo el día. Además ahora le empeoró la pierna y me las tengo que arreglar sola.
- Usted es una santa! Qué le doy?
- 200 de paleta cortemé.
- (3 minutos después y con la cabeza metida en el fondo de la heladera) Pero el Quique que hace de su vida?
- Nada, 43 años tiene y se la pasa jugando a la computadora. Debe ser floyer o algo así.
- Aaaah, si si. Los que estuvieron con la Susana en la tele… 210 gramos, está bien?
- Si deje nomás… Para mi anda endrogado el Enrique. El otro día me pidió plata para las pastillas del abuelo y se fue a la Vieja Usina. Yo le dije que ahí no las vendían…
- Y qué le respondió?
- Me mandó a la mierda.
- ...
- Qué mas le doy?
- 100 de queso. Del baratito.
-...
- Yo: Disculpe, cospeles?
- No.

Revelación (1)

Hace tiempo que tenía esta sensación. Era como un vacío. Como si algo que tuve, ya no estuviera. Como si una brisa fría me entrara por la espalda y me siguiera a donde iba. Remera tras remera, buzo tras buzo; camperas y camperas se acumulaban, e inexplicablemente seguía sintiéndome… no se…desnudo.

Ayer entré a un ascensor. De esos que tienen espejos en las paredes. Me miré y ensayé unas caras boludas. Me acerqué para hurgarme el ojo y pensaba lo loco del reflejo de un espejo sobre otro, y poder verme la espalda. En ese momento entendí todo. La revelación vino acompañada de mi último escalofrío de ignorancia. Es un hecho. Estoy calvo.