Ayer entré a un ascensor. De esos que tienen espejos en las paredes. Me miré y ensayé unas caras boludas. Me acerqué para hurgarme el ojo y pensaba lo loco del reflejo de un espejo sobre otro, y poder verme la espalda. En ese momento entendí todo. La revelación vino acompañada de mi último escalofrío de ignorancia. Es un hecho. Estoy calvo.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Revelación (1)
Hace tiempo que tenía esta sensación. Era como un vacío. Como si algo que tuve, ya no estuviera. Como si una brisa fría me entrara por la espalda y me siguiera a donde iba. Remera tras remera, buzo tras buzo; camperas y camperas se acumulaban, e inexplicablemente seguía sintiéndome… no se…desnudo.
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